Sobre ruedas.
  Otoño es un buen momento para rodar entre árboles con la bicicleta.   El aire es fresco, el suelo está húmedo sin llegar a empaparse, y las hojas se levantan a tu paso. Acertar con la ropa no es fácil…pasas del frío al calor con solo cambiar de orientación en la montaña, pero da igual. En el bolsillo llevas un par de castañas recién cogidas, y no hacen falta barritas.   Durante la subida por pista hablas con los amigos, te pones al día,  y disfrutas de transmitir la fuerza de tus piernas a un mecanismo sin muchos intermediarios, sin electricidad ni baterías. Solo fuerza, sencillez, un buen desayuno y ganas de estar ahí.   La pista se estrecha y se vuelve sendero. Beber, comer un poquito. Cada uno se concentra en su bajada, en la técnica, en las raíces resbaladizas, en abrirse en esa curva, en buscar la línea buena entre las piedras. Algún grito de disfrute, otro de adrenalina... Jugamos. Sonreímos.   Y volvemos a subir.